Inma Lorente. Evolución hacia la felicidad

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jueves, 23 de octubre de 2014

si o no a las pruebas de detección precoz del cancer de mama

Las pruebas de detección precoz aumentan el riesgo de fallecimiento en las mujeres que gozan de buena salud



Lo que acaba de leer le parecerá increíble pero, sin embargo, es absolutamente cierto. Ahora verá por qué.

Las cifras de cáncer de mama son casi las mismas en todos los países occidentales. A lo largo de un periodo de 10 años, 3 de cada 1.000 mujeres mueren de cáncer de mama.

Durante mucho tiempo, se creyó que la detección sistemática permitía reducir esta cifra a 2 de cada 1.000. Dicho de otro modo, de cada 1.000 mujeres se salva una vida cada 10 años. Esta cifra proviene de un estudio sueco en 600.000 mujeres publicado en 1993 por The Lancet. (5)

Una vida cada 10 años parece muy poco, pero algo es algo, y esa cifra, aunque minúscula, parecería justificar las campañas masivas de detección precoz.

No obstante, la medicina ha hecho importantes avances, y sabe tratar mejor el cáncer de mama en una fase avanzada.

Según una revisión de los estudios que data del año 2002, el número de fallecimientos por cáncer de mama gracias a la detección precoz ya no es más que de 1 de cada 2.000 cada 10 años.

Pero, por desgracia, estos resultados no se obtienen sin causar importantes daños colaterales.

Las pruebas de detección precoz del cáncer entrañan riesgos que anulan el beneficio e incluso provocan, al final, un aumento del riesgo de morir de cáncer o de enfermedad cardíaca en las mujeres que gozan de buena salud y que se someten a ellas.

Veamos por qué.


Los importantes daños colaterales de las mamografías

El objetivo de la detección precoz del cáncer mediante mamografías es descubrir los pequeños focos cancerosos en la mama, que no se pueden ver a simple vista, ni palpándose.

El problema es que las técnicas de imagen y análisis actuales no permiten distinguir las células cancerosas peligrosas, que evolucionarán en un cáncer de mama, de las demás células.

De hecho, todos tenemos células cancerosas en el cuerpo, basta con buscarlas y buscarlas y las terminaremos encontrando.

Por suerte, estas células desaparecen por sí solas la mayor parte de las veces, sin ni siquiera darnos cuenta.

En el caso del cáncer de mama, es perfectamente normal que una mujer desarrolle, en un momento u otro, lo que se llama un carcinoma de mama in situ o “pseudocáncer”. Las células cancerosas se encuentran en los canales o lóbulos del seno, donde, en la mayoría de los casos, son prudentes y no franquean la membrana basal.

Ni se atacan los ganglios linfáticos ni hay metástasis a distancia (es decir, cuando el tumor se expande y progresa fuera del órgano que generó el cáncer). Lo normal es que el carcinoma sea eliminado de manera natural, sin causar el más mínimo dolor, estrés ni peligro. O, en todo caso, el carcinoma crecerá con tal lentitud que nunca se llegará a convertir en cáncer y la persona, cuando fallezca, habrá sido por otra causa.

Sin embargo, si tiene la desgracia de someterse a una prueba de detección precisamente en ese momento, su médico pronunciará ante usted las palabras fatídicas: “tiene cáncer”.


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