Está indicada para todo el mundo, pues se asimila muy
bien y es uno de los alimentos menos alergénicos. Además proporciona energía y
su sabor neutro permite muchos usos en la cocina.
Conocida desde
tiempo inmemorial, la pera (Pirus comunnis) tuvo su origen en el oeste
asiático y fue cultivada por egipcios, griegos y romanos. Hay restos
arqueológicos del tercer milenio a. C que así lo atestiguan.
En China, la
pera –lo mismo que el peral– es un símbolo de longevidad, a la vez que la
sutilidad de sus flores sugiere la fragilidad. En los sueños, la pera tiene un
significado típicamente erótico al tratarse de una fruta dulce y jugosa que
evoca la sensualidad.
Existen numerosas variedades, con sabores y colores
diferentes. Es una fruta de todas las estaciones, pero no se conserva bien,
aunque guardada en la nevera dura varios días.
Es una de las frutas mejor
toleradas por el organismo y la menos alergénica.
Cuando está madura es generalmente muy digestiva. De ahí el dicho popular:
«peras, cuantas quieras».
La pera es refrescante y nutritiva, aporta
minerales y oligoelementos (cobre, magnesio,
manganeso, yodo y sobre todo potasio), vitaminas y
enzimas. Aunque es una fuente apreciable de vitamina C, se necesita comer cuatro
o cinco para satisfacer el requerimiento diario de una persona. Un par de piezas
cubren alrededor del 10% de las necesidades diarias de ácido fólico y de
vitamina E.
Esta fruta constituye una fuente de energía rápida.
Una pera (150 g) aporta aproximadamente unas 70 calorías, la mayor parte de las
cuales se encuentran en forma de azúcares, pero debido a la presencia de
levulosa es muy bien tolerada por los diabéticos. También es rica en fibra insoluble y soluble (este último tipo en menor
cantidad, aunque se encuentra en mayor proporción en la pera
desecada).
Respecto a otros fitocomponentes, hay una cierta proporción de
ácidos orgánicos y taninos, de acción astringente y antiinflamatoria.
Las virtudes de la pera pueden enumerarse diciendo que es un alimento diurético, uricolítico (disuelve el ácido úrico),
depurativo, laxante, remineralizante, estomáquico, astringente y sedante. De
manera que su uso estará indicado sobre todo en los siguientes casos:
reumatismo, gota, artritis, estrés, anemia, diarrea, obesidad e hipertensión
arterial.
La pera es de fácil y rápida digestión
cuando está tierna y madura. Quienes tengan un aparato digestivo algo delicado,
pueden tomarla cocida. Pierde así, no obstante, gran parte del contenido
vitamínico, aunque no los minerales e hidratos de carbono.
La pera ejerce una
suave acción astringente y evita la putrefacción y
flatulencias intestinales, típicas por ejemplo de la colitis.
La pera
favorece además la eliminación de ácido úrico a través de la orina. Tiene
asimismo un efecto alcalinizante de la sangre, lo que
la hace indicada en dietas depurativas, contribuyendo a neutralizar el exceso de
residuos tóxicos propios de una dieta rica en productos de origen
animal.
También está indicada en el caso de exceso de peso. En efecto, cuando se desea eliminar grasa o combatir
una retención acuosa, la pera es un alimento muy conveniente. En primer lugar
por su bajo contenido calórico y en segundo lugar por su elevado poder diurético
(mayor eliminación de agua a través de la orina).
Además, es conocido el
efecto hipotensor de la pera por su acción
estimulante de la formación de orina, lo cual ha sido científicamente
comprobado. Ello se debe a la casi nula presencia de sodio (que retiene agua,
aumentando el volumen y la presión de la sangre) y a su elevado contenido en
potasio (125 mg por 100 g), con efecto contrario
No hay comentarios:
Publicar un comentario